viernes, 4 de septiembre de 2009

Crónica de Azcapotzalco



Doña Calle.

Por: María Isabel Sierra García

Cuando era pequeña, como todos los demás niños tenía un gran amor incomprendido. No era ningún vecino, tampoco era un maestro y mucho menos mi compañero de banca. Nada de eso. Mi amor incomprendido era por los dulces que vendía Doña Calle. Al parecer para la mayoría de las personas un dulce es simplemente un dulce, pero para mi, comprarle dulces a Doña Calle era más que eso ya que para mi buena suerte mis padres siempre se han preocupado por mi seguridad y no me dejaban salir a la calle sola, por lo que de hecho para mí salir a comprar un dulce era casi como un logro mayor y Doña Calle estaba tan cerca de casa que ese logro comenzó a cumplirse muy seguido.

Doña Calle, como se le conocía de cariño, era en mis épocas de niñez ya una ancianita. Se sabía en la colonia que fue madre soltera de una única hija y que en un tiempo vivió en la calle de Cedrón y cuando el presupuesto ya no le alcanzo, se fue a vivir a un cuartito en la calle de Jacarandas en una vecindad conocida como “La Huaracha”, en donde paso los últimos años de su vida.

Ponía su puestecito en una de las esquinas que hacen las calles Toronjil y Tabaquillo. Y digo puestecito a falta de otro nombre, en realidad era una canasta de mimbre encima de un huacalito de madera. Todas las tardes ahí estaba Doña Calle sentada en su banquito vendiendo todo tipo de dulces, de esos dulces que ya no se venden en las tiendas de mi colonia. La entrañable señora vendía palanqueta, mazapanes (mis favoritos personales), obleas y canastitas de chocolate; semillas de calabaza, cacahuates, Charritos (frituras de harina de maíz) y “tumbamuelas”; dulce de leche, chicles Canel’s, velitas de gelatina, Burbu Sodas, Zelts Sodas y toda una amplia variedad de dulces que ahora son llamados tradicionales o artesanales.

Hoy en día los dulces que comen los niños les hacen daño. Todos son ácidos o picantes. Doña Calle vendía dulces que se preparaban con miel, semillas y frutas secas. Al final de cuentas los que íbamos a comprar caries con doña Calle comprábamos caries mas sanas.

Además de la impresionante variedad de dulces y caramelos, aun hoy en día me sorprende lo económico que era consumir algo con doña Calle: una buena cantidad de semillas de calabaza, no costaba más de un peso. Mi prima y yo íbamos a comprar caramelos con 1.50 y nos alcanzaba mínimo para dos o tres mazapanes y dos duvalines. Mis tíos nos mandaban por 5 pesos de semillas de calabaza y nos las tenía que dar en tres o cuatro bolsitas.

Algunas veces me pongo a pensar en todo lo que debió ver, escuchar y conocer Doña Calle al pasar tantos años en esa misma esquina vendiendo a los niños y a los adultos un pedacito de felicidad representado en un dulce.

Por muchos años desconocí el nombre de Doña Calle. De hecho mi prima y yo pensábamos que le decían así por que siempre estaba en la calle. Sin embargo años después supinos que era por que se llamaba Cayetana.

Un buen día hace algunos años, diez tal vez, dejo de salir a vender sus dulces. Algunas veces cuando recuperaba un poquito de salud, salía a vender pero cada vez salía menos. Un triste y lagañoso día, dejo de salir para siempre. Murió siendo una viejecita.

De vez en vez, cuando consigo comprar una palanqueta más o menos decente o cuando consigo un mazapán como los que vendía, no puedo evitar recordarla ahí en su esquina vendiendo dulces para después de comer.

Taller de Crónica de Casa de Cultura Azcapotzalco

4 comentarios:

juan manuel dijo...

Es sorprendente que una jovencita de tierna edad,como la tuya, tenga lógicos pensamientos de bondad y ternura, hacia una biejecita que compartia su esfuerzo por un centavo.

juan manuel dijo...

Es un orgullo para mi y seguramente de toda tu familia,tener a un ser divino, que nos enseña a apreciar a todo lo que nos rodea.Si yo estoy emocionado, ya me imagino a tus padres, te envio besos y abrazos.

Unknown dijo...

HOLA!!!!

MUCHAS FELICIDADES POR LO QUE EN ESTA CRONICA LOGRAS TRANSMITIR. EN LO PERSONAL ES UN ORGULLO VER TU NOMBRE EN LA PAGINA INICIAL Y HASTA ARRIBA. SIGUE ASI... LLEGARÁS MUY,MUY LEJOS... MUY, MUY ARRIBA...
BESOS

Liz Reimacer dijo...

MUchos recuerdo, mi querida amiga. Apesar de la inflación esas son las cosas que nos hacen apreciar la infancia y, que en verdad, podamos hacer analogías entre el pasado y el presente.

Esperamos más escritos tuyos. :]